Érase una vez una niña a la que
le gustaba mucho dibujar. Un día, su abuelo, le regaló un lápiz mágico. El
abuelo le contó que cualquier cosa que dibujase se haría realidad, sólo le puso
una condición, que los dibujos que hiciese siempre tenían que tener como fin
ayudar a los demás.
La niña se esforzaba día a día
teniendo siempre preparados el lápiz y un cuaderno para dibujar aquello que
alguien realmente necesitaba.
Pasado el tiempo al ver que el
lápiz se iba acabando y ya no podía seguir sacándole punta, tomó la decisión de
enterrarlo en el parque, en el que su abuelo se lo había entregado.
La niña creció, cambió de ciudad.
Al cabo de los años, quiso enseñar a
sus hijos el lugar donde jugaba ella y se fueron al parque. Cuál fue su
sorpresa cuando se encontró un precioso árbol en el sitio donde un día había
enterrado su lápiz.
Era un árbol grande, frondoso y robusto
de cuyas ramas colgaban lapiceritos
de colores, listos para que cada
una de las personas al cogerlos sintiera el deseo de ser + y pudiera hacer un
mundo mejor y más feliz.
¿Te atreves tú a coger un lápiz y reVALORizarte?
¡Feliz curso!
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